martes, 8 de agosto de 2017

DE AQUELLOS POLVOS...

  El abuelo de Kim, de joven, se ganaba la vida viajando en una renqueante bicicleta por las aldeas del sur, en las que comerciaba con licor de arroz y aceite de soja que él mismo producía con sus propios y escasos medios. El traqueteo del viaje hacía rebosar el líquido de los cuencos y mezclarse con el polvo de los caminos, de modo que, cuando entregaba la mercancía a sus destinatarios, los dedos de estos quedaban manchados del pringue. Cuando se despedían, aunque él prefería el saludo tradicional de unir las palmas e inclinar ligeramente el torso, las costumbres occidentales iban imponiendo el apretón de manos en señal de acuerdo y buenos deseos. El abuelo notaba entonces, con cierta aprensión, el traspaso de la mezcolanza a su piel, no pudiendo ocultar un gesto de desagrado más áspero conforme aumentaba su repugnancia. Pues bien, ahí fue cuando empezó el distanciamiento entre las dos Coreas.


(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento. Tema: viajeros/viajantes).

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