domingo, 27 de noviembre de 2016

MÁS ALLÁ DE LAS RECETAS

Me insiste en que arroje sus cenizas al mar. Creo que quiere evidenciar que es más previsor que mi anterior marido, que solo pidió la incineración, sin preocuparse por el destino de las pavesas. Pero no sé, porque siempre que lo dice mira con aprensión la salsa bechamel al roquefort.



(Relato finalista en el concurso del blog Cincuenta Palabras).

martes, 22 de noviembre de 2016

NO ERA EL MAR

ATREZO

No era el mar pero se le parecía mucho. Con sus olas, su espuma blanca, sus barcos, sus peces, su Neptuno… Solo aquel par de sirenas sobre las rocas no terminaba de gustarle al Director. Claro, él las había imaginado con rizado pelo rubio, pechos turgentes y larga cola de escamas plateadas; a cambio, esas luces anaranjadas e intermitentes y ese sonsonete de ambulancia no acababan de convencerle.


ACTOS REFLEJOS

No era el mar pero se le parecía. Exhausto, sucio y sudoroso, el aventurero se encontró, en medio del desierto, con una refrescante playa tropical de aguas cristalinas, verde vegetación y apetitosos frutos. De inmediato, sus neuronas expulsaron la palabra espejismo del cerebro y su vida experimentó un sensible cambio a mejor.


ENTRE NUBES Y OLAS

No era el mar pero se le parecía. Se puede decir que aquello no llegaba a tormenta pero el balanceo ondulante era contínuo. Una ballena gris no dejaba de seguir mi estela y, cuando alcanzaba la cumbre de cada ola, podía ver por babor a la morsa con una bola sobre el hocico. Cuando el buque hizo sonar la sirena tres veces todo se paralizó y mamá me estaba esperando, con una nube de azúcar en la mano, al pie del tiovivo.




(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: No era el mar pero se le parecía).


martes, 15 de noviembre de 2016

ESPERANDO EL PERDÓN

TRAVESURAS

–Espero que puedas perdonarme, papá –dijo el pequeño Barron, algo ruborizado, acercándose a la mesa en la que seis teléfonos empezaban a tronar al unísono, al tiempo que el Secretario de Estado, con el rostro desencajado, irrumpía sin llamar en el despacho oval–, he pulsado sin querer el botón rojo de ese maletín negro.



ATADURAS

–Espero que puedas perdonarme que tomara tus ropas de trabajo para mi disfraz de carnaval, también que me bebiera el vino y cogiera las monedas de la colecta. En cualquier caso, además de mi hermano, eres mi confesor y no te queda más remedio.



PRISAS

Espero que puedas perdonarme antes de que te haga efecto el zumo.




(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Espero que puedas perdonarme).


viernes, 11 de noviembre de 2016

DESEO CUMPLIDO

   
Me lo había repetido muchas veces, como si temiera que lo fuera a olvidar. Incluso dedicó sus últimas palabras a recordármelo una vez más. Siempre quiso ser incinerado y que sus cenizas terminaran en el mar. Durante el velatorio mi voluntad estaba confusa. Desprecios, humillaciones y agravios parpadeaban por mi mente como las luces de una feria desde un carrusel. Y me hacían dudar. Finalmente, en deferencia a los muchos años de resignación, decidí atender su deseo; después de todo nunca he sido rencorosa. A la vuelta del tanatorio, aboqué la urna en el inodoro y tiré de la cadena.







(Relato finalista en el concurso Wonderland de Radio 4).

martes, 8 de noviembre de 2016

MIRANDO AL CIELO

FUSIÓN A NEGRO

Sigo observando mi trocito de cielo, más pequeño a cada palada de tierra.



EXTRAESCOLARES

Sigo observando mi trocito de cielo en el firmamento después de resolver el asunto del orden y los turnos de uso del telescopio. En el hall del observatorio, el científico, el profesor y mis veintidós compañeros reposan inertes.



PERSPECTIVA

Sigo observando mi trocito de cielo ante el que a veces pasa un pájaro, un globo, una nube o un avión. Cuando ocurre, me entristece verlos prisioneros tras esos barrotes de acero paralelos.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Sigo observando mi trocito de cielo. "Fusión a Negro" finalista semanal entre 1345 relatos).


domingo, 6 de noviembre de 2016

TENSIÓN EN LA CALLE

   Las principales avenidas estaban a rebosar. En las últimas horas de la tarde, ya anocheciendo, familias enteras deambulaban por aceras enmoquetadas de rojo ante comercios engalanados con luces, abetos y espumillón, realizando las compras propias de cada diciembre. Las músicas navideñas de unos locales pugnaban con las de otros por hacerse notar. En las esquinas, numerosos Papás Noel tañían sus campanillas y repartían globos y golosinas entre los más pequeños. A la hora exacta, todas las luces se apagaron, cesó cualquier sonido y hasta los Santa Claus guardaron sus instrumentos. Un estridente silencio se adueñó del ambiente. Dos potentes focos hicieron converger sus haces de luz sobre Giacomo Pochetino que, a ciento cincuenta metros del suelo, en una azotea, se disponía a cruzar entre dos edificios por un cable de acero, subido a un monociclo y con una barra metálica entre las manos. La gente, absorta, mantenía la respiración con el corazón sobrecogido. Giacomo, después de saludar, se puso en movimiento lentamente gestionando el equilibrio en función de las cambiantes pautas de un leve balanceo. Al llegar justo a la mitad, el volatinero se iluminó como un árbol de Navidad, empezó a chisporrotear y liberó una cascada de partículas refulgentes. Desde allá abajo, el público, arremolinado en calles y plazas, aplaudía y vitoreaba entusiasmado. Muy pocos se dieron cuenta de que un extremo de la barra acababa de rozar una línea de alta tensión. 



(Relato finalista en el concurso DoReMicros, de Me Suenan tu Letras, del mes de Octubre. Tema: titiriteros).


miércoles, 2 de noviembre de 2016

ABSTRACCIÓN

 
 Cuando alguien logra encender el candil, entre su oscilante luz, consigue distinguir en el rostro de Antón dos surcos de lágrimas con ribetes de hollín; el mismo tizne que pespuntea también las arrugas en la frente, cara y manos de Domingo. Con el ciego frontal aún en la cabeza, Efrén dormita abrazado al bidón común de agua menguante. Las sombras de los otros doce compañeros, engurruñados, se difuminan entre oscuras rocas y penumbras. Tras dos semanas sin contacto con el exterior, Eladio, cerrando los ojos, se ve de nuevo bajo un sol deslumbrante, mientras su cuerpo se balancea suavemente, al ritmo de las olas, en mitad del océano.




(Relato finalista en el concurso DoReMicros, de Me Suenan tus Letras, del mes de Septiembre. Tema: Apagón).