martes, 4 de octubre de 2016

MUJER DIEZ CON ATENUANTES


—Pues mira, Tomasa, te cuento; esa madrugá, como toas, me levanté al canto de los gallos. Prendí la leña del horno que había dispuesto la noche de antes, amasé la harina y la puse a cocer. Luego le eché hierba fresca a los conejos y alpiste a las gallinas antes de recoger los huevos de la puesta. Ordeñé las vacas y saqué al camino las cántaras pa cuando pasaría el furgón de la lechera. Marché al prao con las cabras pa que pastasen mientras daba riego al bancal de hortalizas, podaba los almendros, recogía los frutos que apuntaban a madurar y segaba los cereales del sembrao. De vuelta a la casa, ya atardeciendo, iba a rastrillar la maleza del patio cuando mi Manolo, que se acababa de levantar, me pidió que le rascara el espinazo. Con diez años ya de casados me venturaba lo que vendría de seguido, y que aluego después enfilaría pa la taberna a echar la partía de toas las noches. Si le pasé por el lomo el rastrillo fue porque lo tenía a mano y maliciaba que procuraría mayor alivio. ¡Y vaya si procuró! Solo por eso me dieron este descanso. Tres años y un día.



(Relato presentado al concurso del blog Esta Noche Te Cuento. Tema: Mujer rural).

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