martes, 7 de junio de 2016

VERANO DEL 45

CUESTIÓN DE PRINCIPIOS

    Aquel día de verano de 1945, decidió dedicarse a la abogacía convencido del derecho universal a una defensa justa. Diez años después, ya era el abogado de mayor prestigio del país. Entonces, recibió la visita de un hombre sobre el que recaía la acusación de haber dirigido el campo de concentración de Auschwitz, y que pretendía encargarle su defensa. Ese mismo día decidió abandonar la profesión. Aquel frustrado cliente no llegó a advertir lo enrojecida que se le puso la cara al abogado en cuanto le vio. Ni el número que llevaba tatuado en su muñeca.



MEDITACIÓN TRANSCENDENTAL

– Aquel día de verano de 1945 te dije que necesitaba pensarlo –le recordó ayer al encontrárselo en el geriátrico–, pues bien, creo que ya lo tengo claro, sí quiero.



(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena, de la SER. Frase de inicio obligada: Aquel día de verano de 1945).

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