En cuestión de segundos he repasado las grandes pérdidas de tiempo de mi vida. He lamentado los catorce meses de mili, no haciendo nada pero deprisa; los días de vacaciones que no llegué a disfrutar por imperativos de trabajo; los miles de horas extraordinarias que hice por sacar la faena y por ganar algo más; los seis años de noviazgo; los tres que esperamos para tener hijos. Y he pensado en lo diferente que podría haber sido todo. Y ello me ha venido a la cabeza de golpe, en cuanto el doctor me ha dado, como mucho, tres meses de vida.
(Relato finalista en Wonderland, de Radio 4).
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