domingo, 16 de agosto de 2015

BUCLE

     En aquel planeta de la quinta galaxia, gobernado por autómatas, llevaban varios años luz investigando a Omega3z, un asteroide que antiguamente llamaban Tierra y sobre el que sospechaban que alguna vez podría haber cobijado algún tipo de existencia pseudointeligente. La recepción de una tenue señal, en el radar interespacial, provocó la organización de una expedición con la misión de comprobar la existencia de algún vestigio de vida y, sobre todo, para analizar la posibilidad de su recuperación.

     Al frente de la misión pusieron a Eva, una autómata de última generación, dotada de todas las cualidades para afrontarla con éxito. No tardó en hallar, en la parte más austral de Omega3z, a un único ser con aparente autonomía motora. Eva quedó deslumbrada, al instante, de las características morfológicas de aquello. Ni ella ni los androides científicos, que seguían la operación desde su planeta de origen, fueron capaces de valorar en ese momento, el alcance de la respuesta que aquel ser dio al requerimiento de su código de identificación:


—Me llamo Adán.



(Relato publicado en el blog Mis Filias y Fobias, de Izáskun Albéniz, en homenaje a Eva García).

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