La tarde le había ido bien entre contenedores. En las prácticas para obtener la diplomatura y poder ejercer la actividad, había encontrado diversos bártulos que se disponía a inventariar para el proyecto fin de carrera. Entonces, el teléfono de baquelita sin cables emitió un riiiing no escuchado desde hacía varias décadas.
—¿Eres tú? -dijo al otro lado de la línea una voz desconocida.
—Sí..., ¿cómo me localizó? -alcanzó a preguntar Diógenes sorprendido.
—Preguntando al once ocho ochenta y ocho; te llamo porque... -un pitido intermitente reemplazó a la voz. Le resultó tan peculiar que decidió incluirlo también en el inventario.
(Relato presentado al concurso Calendario 2016, de la Internacional Microcuentista. Inspiración en la foto propuesta).
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