lunes, 6 de abril de 2015

TAMBORES CERCANOS

SONIDOS

A cada vuelta del tambor de la lavadora me llega, desde la galería, el rítmico golpeteo de botones y hebillas; en el salón, el tic tac del reloj de pared al compás de la oscilación del péndulo; el runrún agónico de la nevera, procedente de la cocina; y en el aseo, la cadencia del goteo de la cisterna, pendiente de arreglo. Todos confabulados en sus dentelladas al silencio. Pero, entre sus asíncronas pausas, desde el desván, se filtra nítido el crujir de la viga por el balanceo suave, intuyo, de quien hace rato que no oigo.



CONTRASTES

A cada vuelta del tambor de la lavadora mayor ansiedad y nervios en los presentes. Hay mucho en juego. Entre la decena larga de espectadores, el gerente, los químicos, los cámaras, los técnicos de sonido, los de iluminación, los guionistas, los ayudantes y los payasos. Dos. Los dos con su peluca y su nariz roja; uno con el gabán de cuadros de colores moribundos, el otro en paños menores. Esperando el resultado. 



EFECTOS SECUNDARIOS

—A cada vuelta del tambor de la lavadora mi excitación crece. La libido se me dispara y libero feromonas a raudales. Si en ese momento apareciera mi novio, el vecino buenorro o cualquier otro, no sé de lo que sería capaz. Luego, cuando pongo la ropa en la secadora, me sosiego y se me pasa. ¿Me va a medicar, doctor, o sigo con el tratamiento de la secadora?



BAJA TENSIÓN

—A cada vuelta del tambor de la lavadora, tres en el del contador de la luz. ¿Entiende ahora, señor Juez, por qué le arrojé el zapato al presidente de Timodrola?








(Relatos presentados al concurso Relatos en Cadena de la SER. Frase de inicio obligada: A cada vuelta del tambor de la lavadora).

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