Pero ya nada sería igual. Fue una casualidad que se conocieran, un fastidio que congeniaran tanto, una fatalidad que se enseñaran las fotos y una catástrofe que decidieran que viviéramos juntos; los siete. Sí, me ahorré los gastos de una vivienda, me beneficié de las ayudas por familia numerosa y, después de catorce años, mi doble vida ganó en normalidad y aburrimiento.
ESTÚPIDO LEPIDÓPTERO
Pero ya nada sería igual después del tifón. Y todo por aquel inoportuno aleteo en la otra parte del mundo.
HÁBITOS AL AIRE
Pero ya nada sería igual desde entonces. Mi prestigio y mi prometedor futuro en Roma acabaron por una ráfaga de aire. La que me levantó la sotana durante el Cónclave, dejando al descubierto el picardías rojo con encajes y mi liguero fantasía de la suerte.
(Relatos presentados al Concurso Relatos en Cadena de la SER. Frase de inicio obligada: Pero ya nada sería igual).
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